TRANSFUSIÓN DE SANGRE
La transfusión de sangre es la transferencia de
sangre o un componente sanguíneo de una persona (donante) a otra (receptor).1
Con los descubrimientos realizados acerca de la circulación de la sangre por
William Harvey, se inició una investigación más sofisticada para las
transfusiones de sangre en el siglo XVII, con experimentos acertados de
transfusiones en animales. Sin embargo, las investigaciones sucesivas de
transfusión entre animales y seres humanos no fueron tan exitosas (como
cualquier técnica médica experimental que emerge) hasta que estas técnicas se
refinaron y hoy en día salvan cientos de miles de vidas diariamente.
Mediante la donación de sangre se
pretende cubrir las necesidades de transfusión que necesitan las personas
enfermas. La donación es realizada principalmente por voluntarios o familiares
de los enfermos. Los países desarrollados suelen contar con un sistema que
controla las donaciones a través de los bancos de sangre.
La sangre se extrae por medio de
una punción en el brazo y se trata para impedir su coagulación, posteriormente
la sangre se separa en sus componentes principales, plasma, plaquetas y
glóbulos rojos.
La sangre de los donantes es
posteriormente analizada, pasando un exhaustivo control que incluye numerosas
pruebas para detectar los principales virus que puede contener la sangre, como:
pruebas para la detección de anticuerpos irregulares, pruebas de serología
infecciosa, pruebas para medir el nivel de transaminasas y prueba del NAT.
CONTRAINDICACIONES Y TIPOS DE
SANGRE
Para realizar transfusiones, deben tomarse medidas
para asegurar la compatibilidad de los grupos sanguíneos del donante y el
receptor, para evitar reacciones hemolíticas potencialmente fatales. La tabla
de compatibilidades e incompatibilidades de tipos de sangre es como se indica
en la tabla de la derecha.
Sin embargo, no son el ABO y el
Rh los únicos tipos de grupos sanguíneos existentes. Existen otros tipos de
grupos sanguíneos menos conocidos por ser menos antigénicos que los anteriores
y por lo tanto menos susceptibles de provocar reacciones de incompatibilidad.
Por ello es imprescindible realizar pruebas cruzadas entre la sangre de donante
y la del receptor, para descartar la existencia de anticuerpos en el receptor
contra eritrocitos del donante. Antiguamente este análisis se hacía observando
la reacción al microscopio y valorando con el mismo la aparición o no de
aglutinación (incompatibilidad). En la actualidad el proceso está automatizado
y ya no es imprescindible depender únicamente de la fiabilidad del observador
al microscopio.
TRANSFUSIÓN E INFECCIÓN
Los países desarrollados someten cada unidad de
sangre donada a pruebas de laboratorio para detectar la presencia de múltiples
tipos de virus y bacterias como el VIH/SIDA, las hepatitis B y C o la sífilis.
Así, al realizar una transfusión sanguínea en los EEUU, la American Medical
Association dijo en 2004 que la probabilidad de que una unidad de sangre sea
portadora de virus o bacterias es inferior a una entre 1,9 millones en el caso
del VIH e inferior a una entre un millón en el caso de la hepatitis C.3 En
contraste, en 2008, la Organización Mundial de la Salud reveló que en 31 países
en desarrollo y con economías en transición no se realizaban, en todas las
unidades de sangre donada, pruebas para detectar la presencia de virus o
bacterias responsables de enfermedades infecciosas.
TRATAMIENTO CON TRANSFUSIONES DE
SANGRE
La anemia de Diamond-Blackfan (ADB) hace que la
médula ósea (el centro de los huesos, donde se producen los glóbulos
sanguíneos) no produzca suficientes glóbulos rojos. Una proteína especial de
los glóbulos rojos, llamada hemoglobina, transporta el oxígeno a todos los
órganos del cuerpo. Cuando el número de glóbulos rojos es bajo, puede ser que
los órganos del cuerpo no reciban todo el oxígeno que necesitan. Las transfusiones de sangre son una manera de
aumentar la cantidad de glóbulos rojos. Una transfusión quiere decir extraer la
sangre de una persona sana para dársela a otra. Algunas personas solo necesitan
transfusiones de vez en cuando, cuando los niveles de hemoglobina son demasiado
bajos; otras las necesitan frecuentemente, durante periodos prolongados. Esto
último se llama tratamiento con transfusiones de sangre.
En este tipo de tratamiento, la sangre se
administra a través de una vena o de un dispositivo intravenoso (IV) permanente.
Las transfusiones de sangre normalmente se realizan cada 4 a 6 semanas en un
centro de tratamientos, hospital o centro ambulatorio de transfusiones.
Las siguientes son algunas de las razones por las
que una persona con ADB puede necesitar transfusiones de sangre programadas con
regularidad:
Otros
tratamientos (como con corticoesteroides) no han tenido buenos resultados. El
paciente no tolera los efectos secundarios de otros tratamientos. La anemia
es muy grave u origina complicaciones
BENEFICIOS
Después de una transfusión de sangre, muchas
personas se sienten mejor, tienen más energía y pueden participar en más
actividades. El crecimiento de los niños puede mejorar más cuando reciben
tratamiento con transfusiones de sangre que con otros tratamientos.
EFECTOS SECUNDARIOS Y RIESGOS
Los efectos secundarios negativos del tratamiento
con transfusiones de sangre son poco comunes, pero pueden incluir reacciones a
la transfusión de sangre, infecciones, desarrollo de anticuerpos para los
glóbulos rojos y sobrecarga de hierro en diferentes órganos del cuerpo.
REACCIONES A LA TRANSFUSIÓN DE SANGRE
Las reacciones a la transfusión de sangre son un
problema causado por recibir sangre. El problema más común son las reacciones
alérgicas, y pueden causar comezón, urticaria, sarpullido y en raras ocasiones
pueden asociarse a hinchazón, tos, sibilancias y dificultad para respirar. Si
se presentan estas reacciones, el médico le recomendará tomar medicamentos
antes de cada transfusión.
Otros problemas potencialmente serios pueden
presentarse hasta 10 días después de la transfusión. Llame al médico si ocurre
lo siguiente: fiebre, sarpullido, dolor de espalda, orina de color oscuro, piel
pálida o de color amarillento (ictericia). Estos síntomas pueden indicar
hemólisis, una forma de rápida descomposición de la sangre donada en el cuerpo,
llamada "reacción demorada a la transfusión".
ANTICUERPOS PARA GLÓBULOS BLANCOS
Una preocupación común relacionada con el
tratamiento con transfusiones de sangre es el riesgo de contagiarse de una
infección debido a la transfusión. Los bancos de sangre hacen todo lo posible
para asegurarse de que la sangre almacenada sea segura, y no aceptan sangre de
quienes no cumplen con los requisitos correspondientes para donantes de sangre
saludable.
Además, la sangre es analizada minuciosamente para
detectar todos los virus y bacterias que actualmente se sabe pueden
transmitirse entre las personas a través de la sangre. Las vacunaciones también
previenen ciertas infecciones como las hepatitis A y B.
Es importante recordar que en los Estados Unidos la
sangre almacenada es muy segura y, por lo tanto, la transmisión de infecciones
por transfusión es extremadamente rara.
ANTICUERPOS PARA GLÓBULOS ROJOS
Todos heredamos ciertos rasgos específicos en los
glóbulos rojos, de la misma manera que heredamos nuestro color de ojos y de
cabello. Si una persona recibe glóbulos sanguíneos de rasgos incompatibles con
los propios, el organismo puede llegar a rechazar los glóbulos sanguíneos y
producir un "anticuerpo" contra los mismos. Este anticuerpo
destruiría toda la sangre que la persona reciba en el futuro que contenga el
mismo rasgo genético.
Los anticuerpos para los glóbulos rojos también
pueden causar una reacción a la transfusión y dificultar la tarea del banco de
sangre de encontrar sangre que pueda ser usada. Para prevenir que se formen
estos anticuerpos, el banco de sangre identifica los rasgos especiales de los
glóbulos rojos de la persona que recibirá la sangre y luego encuentra donantes
de alta compatibilidad.
SOBRECARGA DE HIERRO
La sobrecarga de hierro ocurre debido a la
realización de transfusiones de sangre frecuentes. Todos los glóbulos rojos
contienen hierro. El cuerpo usa tanto hierro como necesita, pero no puede
eliminar el hierro que no necesita. El hierro extra que se recibe con cada
transfusión de sangre se almacena en órganos como el corazón, el hígado, el páncreas
y las glándulas endócrinas. Si no es tratado, el hierro continuaría
acumulándose y finalmente causaría daños a estos órganos. Cuando una persona
recibe tratamiento con transfusiones de sangre, se vigilan con mucho cuidado su
crecimiento y desarrollo, los niveles de hierro, los niveles hormonales y el
funcionamiento de los órganos del cuerpo para prevenir daños de gravedad. Puede
ser que el médico recomiende consultar a ciertos especialistas para controlar
los posibles daños. Las personas que reciben tratamiento con transfusiones de
sangre no deben tomar vitaminas o suplementos nutricionales que contengan
hierro, porque esto también puede aumentar la cantidad de hierro almacenada en
el cuerpo. Puede ser necesario tomar ciertos medicamentos, llamados medicamentos
de quelación, para eliminar el exceso de hierro del cuerpo.
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